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¿Te gusta tu cara?


            Creo que ya hacía muchísimo tiempo que mi hermano no me hacía una pregunta me dejara sin respuesta.

              -¿Qué es lo que más te gusta de tu cara?

Abría la boca pero no salían palabras. Fruncía el ceño como buscando una respuesta a lo lejos pero no aparecía nada.

Llegaron las risas nerviosas mientras mi mente repasaba uno a uno los componentes que conforman mi rostro y les encontraba defectos de alguna u otra manera: mi nariz es grande, mis ojos son pequeños y carecen de pestañas largas, mi sonrisa es más bien desperfecta, mis labios son comunes y mis cejas son más bien pelos delgados separados entre sí. 

Resonó para mis adentros el verso de una canción de Mecano: “un ojo aquí, un diente allá”.

De pronto, ya no estaba aquí. Inicié pensando en mi, y terminé pensando en el mundo: en cómo las modas aplican también para la belleza y en ninguna de ellas he encajado a pesar de que cambian, la misma imagen de algo nos aburre y decidimos que deja de ser bella, pensé en que nunca he visto un modelo masculino talla XL o que no tenga un abdomen marcado. Pensé en cómo las personas que admiro no siempre son estéticas así como no son las más populares, y me acordé de la vez que una amiga delgada se dio el lujo de llamarse a sí misma “gorda” mientras una chica con obesidad la escuchaba. 

Pensé en que no tengo ojos de color ni un mentón fino. Y que nunca me he parecido a la gente de las revistas.

Pensé en tantas cosas que me di cuenta que solo me estaba descomponiendo en vez de apreciar como soy en realidad.

Un entero. Una sola unidad. No soy dientes ni pestañas por separado, soy yo. Soy mi sonrisa ligeramente chueca a pesar de haber usado brackets que intento mostrar hasta en tiempos difíciles. Soy mis cejas expresivas, mis pequeñas pecas y los pelitos de mi nariz. Soy mi cerebro creativo, los videos que grabo y los poemas que escribo. Las historias que cuento y los deportes que practico.

La insistencia de mi hermano me trajo devuelta a la realidad de la que salí al ponerme a pensar en todo esto. ¿Qué es lo que más me gusta de mi cara? No lo sé, tal vez serían mis lunares que me recuerdan a mi madre. O la nariz que saqué de mi padre. O las ojeras que no me hacen bella pero sí me recuerdan el esfuerzo que hago constantemente.

No lo sé, y si alguien más lo decide por mi, no me importa. Por el momento agradezco tenerla.






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