Ir al contenido principal

Las cosas nunca salen como las planeas

Cierta persona especial dice que yo planeo todo porque soy capricornio pero yo digo que es porque soy miedosa. A veces maquillo la palabra y digo que es porque soy precavida, pero en general, sí, es por miedosa.

No creo que sea del todo negativo. Me ayuda a ser crítica y poner en una balanza las cosas que se me presentan. Entiendo que la vida es una escala de grises pero solía regirme por blancos y negros para facilitar las cosas: lo bueno es bueno, lo malo es malo, y el deber siempre va primero.

Al menos así era hasta que te conocí. Literal.

Hubo un verano en que alguien me cambió, al grado de que su presencia era imán de mi mirada, pero el deber dictaba que no podía moverme de lugar. Y yo sé, que de alguna u otra manera también lo vió como un reto. Que aunque le dijera que no, en el fondo sabíamos que no era porque no quisiera, sino porque mi moral decía que estaba mal. 

Era la primera vez que mis deseos se ponían por encima del deber y aunque intentaba tumbarlos se mantenían de pie. Pero se me hacía tan inteligente e interesante que no podía resistirme, y percibía que también se fijaba en mi.

¿Saben lo más gracioso? que cuando me conoció por primera vez, no noté su presencia. Estaba ocupada examinando a su acompañante. ¿Quién diría que terminaría ocupando su asiento? (no sé si pedir perdón por eso, pero bueno. Perdón).

No diré que me sentía orgullosa de mis acciones pero lo único real es que era feliz. Muy feliz, a pesar de haber actuado a contracorriente casi todo el tiempo: estaba ya sumergida en una situación donde tuve que haberme dejado llevar por el río y lo único que hacía era atorarme voluntariamente en las piedras por pensar en que tarde o temprano me iba a ahogar.

Como lo pensé, pasó. El río se desbordó. Pero fue porque lo inundé de mi psicosis, mi brújula no servía, y su celular terminó como con 27 llamadas perdidas mías.

Yo no planeé que me gustara su forma de ser, de expresarse, y de hablarme. Yo no planeé enamorarme de la forma en que tocaba el piano y me negaba a aceptar que podríamos llegar a ser algo. Porque para mí, el negro es negro, y el blanco es blanco, y lo que estábamos haciendo era algo malo. Pero, ¿por qué se sentía correcto? Y bien que cada que tenía 10 minutos libres los usaba para vernos. 

Creo que cuando acepté que podía dejar atrás mi “plan” y lanzarme al “hay que intentarlo”, ya era demasiado tarde. Cada quien por su camino y la “amistad” sigue tan normal como antes. Y me dolió, aun sabiendo que eso era parte del trato inicial.

Planee todo el tiempo hacer lo correcto e incluso así las cosas no terminaron bien en su momento. Ahora no me arrepiento de nada, de fallar, de gozar, y sobretodo de aprender.

Fue un gran verano de cerveza y música. De platicar hasta tarde en su carro, de entender que valgo y que el tiempo no se desperdicia, menos cuando eres joven. Y aunque haya sido solo un poco, aprendí a dejarme llevar. 

El hubiera no existe y yo estoy tranquila con eso porque ahora estoy más feliz que nunca, y sé que en gran parte es por esas experiencias que vivimos, que hablamos, y sobre todo, que sentimos.

Gracias por la paciencia. Te aprecio.




Comentarios

  1. Siempre encuentras las palabras adecuadas.
    ¡Me gustó!

    ResponderBorrar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderBorrar
  3. Cada uno de tus escritos me han gustado pero definitivamente este me encantó, me hizo reflexionar sobre algo que estoy viviendo y es interesante tu manera de llevar la situación.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Maritza, me alegra mucho tu comentario. Saludos!

      Borrar

Publicar un comentario