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El amor no es de posesión

El otro día, adopté un pájaro.

Mis padres nunca han sido de mascotas que midan más de 20 centímetros cúbicos de volumen, por esto siempre he tenido peces y tortugas. Una vez tuve un gato que no duró mucho, y siempre tuve deseos de un perro. Hasta la fecha no se me ha cumplido.

Pero el otro día, mientras leía en mi jardín (jaja qué mamona), aterrizó un pájaro rojizo en el tronco de una planta, y después de examinar el terreno en busca de amenazas, empezó a caminar, o más bien, dar brinquitos por el pasto lentamente. Yo lo observé atenta, observé su piquito, su plumaje, cómo acercaba su cabeza hacia el suelo para escuchar a los insectos que se iba a comer; era hipnotizante.

Y me gustó tanto que decidí adoptarlo. 

Le puse Filip y viene en la mañana, a medio día, y poco antes de que se meta el sol. Se alimenta de insectos y cositas que caen de mis plantas.

Está padre porque se pasea solo, no necesita correa, y no necesita que le de la comida en un plato, solo me encargo de que mi jardín le guste para que siga regresando. A veces trae a una amiga. Es simpática. Pero nadie como mi Filip.

Llevo ya más de una semana con él, viendo cómo crece, cómo viene y va, viéndolo ser él.

Filip es más que un pájaro, y además de recordarme de la relación de El Principito con su flor o con su zorro, me hizo reflexionar sobre aquél post de Facebook que vi hace años y cambió la manera en que percibía el amor. Fue algo que leí en la peor etapa de mi vida: la secundaria. Y digo la peor porque todos éramos bien dramáticos en secundaria y yo era bien odiosa. Como ya lo conté una vez, “Todos creen que su vida es una novela llena de tragedia, amor y traición en la secundaria”.

Lo peor es, que aunque este post me impactó, los siguientes 7 años después de leerlo no lo puse en práctica realmente.

Era una frase de un señor que se hace llamar Osho y tiene como frases perronas y así, y dice lo siguiente:


“Si amas una flor, no la recojas.

Porque si la recoges se muere y deja de ser lo que amabas.

Entonces si amas una flor, déjala ser.

El amor no es sobre posesión.

El amor es sobre apreciación.”


Sé que esta frase puede sonar como la excusa perfecta para justificar nuestras malas actitudes como persona y decir que no debemos cambiar, pero creo que tiene un significado mucho más profundo. Uno que la Ilse de secundaria no vio, pero la Ilse de hoy sí.

Y todo se debe gracias a Filip y su silenciosa presencia. Su llegada cautelosa, su manera de ser con mi jardín y mi manera de ser con él. Que no necesito tanto para ser feliz.

Filip me ha cambiado porque ahora aprecio más la importancia que tiene mi jardín porque lo comparto con él. Y por más que yo lo quiera, si no cuido mis plantas y riego mi pasto, si las ramas no crecen y las rosas no florecen, no importa cuánto deseé que Filip se quede aquí. No puedo cuidar a otros si no cuido primero lo que me toca a mi.








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