Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de julio, 2020

Las nubes me comprobaron que el destino no existe

Dejé de creer en el destino cuando comencé a enamorarme de las nubes. De su inmensidad y su manera de ser tan espontáneas. De su manera de moverse lentamente hasta invitarme a pasar horas encontrándoles figuras. Y es que hace poco comprendí que por naturaleza el ser humano le busca significado hasta a lo que no tiene sentido y es por eso que cuando miramos al cielo yo veo un dragón y tú un bebé. Y por esa misma razón tú creerás que escribí dragón para hacer alusión a una metáfora y te preguntarás si hay algo más allá de la palabra bebé. Si todo es coincidencia o es el destino haciéndome escribirlo porque algo te quiero dar a entender. Puede que lo sea. Puede que al mirar el cielo busque instrucciones a mis sueños lejanos que busco hacer realidad. Puede que repase una y otra vez las nubes esperando encontrar respuestas sobre a dónde dirigirme o si debo esperar. Puede que inconscientemente busque señales concretas en superficies gaseosas y cambiantes que solo logro agujerear al dispararl

Extrañar

     Si lo analizamos, suena un poco absurdo el hecho de que el sencillo pensamiento de alguien nos paraliza por un microsegundo, para después, dejarnos continuar nuestro día con un agudo dolor interno, que luego de un rato, si tienes suerte, se despide con la promesa de volver.  Extrañar para mi es uno de los sentimientos más puros que existe porque cuando es real, cuando no refleja dependencia ni obsesión, es el reflejo de aceptar cuánto quieres a alguien a pesar de que no lo necesitas, aunque suene egoísta, y aún sabiendo que no necesitas a nadie para respirar, duele. Duele extrañar. Y es por esto mismo que lo encuentro tan interesante. Porque lleva consigo la incertidumbre del mañana, el temeroso quizá, y lo atormentador que es para los humanos el no poder controlar todo lo que nos rodea. Yo no solía extrañar a mis amigos de prepa en las vacaciones de verano, ni extrañé a los de la primaria, y honestamente ya me olvidé de la mitad de mis compañeros de la secundaria. Siempre he

Hogar Temporal

Jamás pensé que le relataría el día más triste de mi vida a 3 personas que solo horas antes, quería ahorcar. Uno creería que las cosas más íntimas las compartirías con personas tan allegadas a ti, que conocen desde tu comida favorita hasta el tipo de calzones que usas. Esas personas que conoces desde que tienes uso de razón y se vuelven tu familia por elección. Pero nuevamente la vida juega a sorprenderme y un día, sentada con la mirada perdida en el arrepentimiento en el aeropuerto de la ciudad de Monterrey, me lamentaba de abusar de la confianza que desposité en mi misma y en los 3 individuos con los que me aventuré a la ciudad norteña para disfrutar de un festival de música, sin imaginar que al día siguiente de reír, bailar y brincar, perderíamos nuestro vuelo de regreso a casa. Mientras la señorita de la aerolínea nos explicaba que simplemente habíamos llegado demasiado tarde, y que el vuelo siguiente costaba el cuádruple de lo que nos quedaba, mi cara se ponía roja de furia

Las cosas nunca salen como las planeas

Cierta persona especial dice que yo planeo todo porque soy capricornio pero yo digo que es porque soy miedosa. A veces maquillo la palabra y digo que es porque soy precavida, pero en general, sí, es por miedosa. No creo que sea del todo negativo. Me ayuda a ser crítica y poner en una balanza las cosas que se me presentan. Entiendo que la vida es una escala de grises pero solía regirme por blancos y negros para facilitar las cosas: lo bueno es bueno, lo malo es malo, y el deber siempre va primero. Al menos así era hasta que te conocí. Literal. Hubo un verano en que alguien me cambió, al grado de que su presencia era imán de mi mirada, pero el deber dictaba que no podía moverme de lugar. Y yo sé, que de alguna u otra manera también lo vió como un reto. Que aunque le dijera que no, en el fondo sabíamos que no era porque no quisiera, sino porque mi moral decía que estaba mal.  Era la primera vez que mis deseos se ponían por encima del deber y aunque intentaba tumbarlos se mantenían

Te quiero pero no me sé tu color favorito

“Te traje un regalo” me dijo mientras sacaba una pulsera y me la ponía en la muñeca, “es de color verde porque sé que es tu color favorito.” Me le quedé viendo con una sonrisa. “Mi color favorito es el negro”, le dije. Básicamente todos vivimos el amor de diferente manera y creo que eso lo hace interesante. Antes pensaba y compraba aquél discurso de que, cuando amas a alguien, sabes todo de él o ella de memoria, como su canción favorita, su banda preferida, de qué número calza, el nombre de su primer mascota, y claro, su color favorito. Y solemos creer que serán cosas que, posiblemente, nos gusten también en alguna medida. Y no sé si tal vez soy terrible para recordar datos específicos pero veo el amor como veo las películas: memorizo la trama, analizo las sensaciones, siento los problemas, comprendo los colores y escucho detenidamente la música. Pero nunca aprendo el nombre de los personajes principales. Entiendo que posiblemente no haga mucho sentido. A veces recuerdo detalles inútil