Dejé de creer en el destino cuando comencé a enamorarme de las nubes. De su inmensidad y su manera de ser tan espontáneas. De su manera de moverse lentamente hasta invitarme a pasar horas encontrándoles figuras. Y es que hace poco comprendí que por naturaleza el ser humano le busca significado hasta a lo que no tiene sentido y es por eso que cuando miramos al cielo yo veo un dragón y tú un bebé. Y por esa misma razón tú creerás que escribí dragón para hacer alusión a una metáfora y te preguntarás si hay algo más allá de la palabra bebé. Si todo es coincidencia o es el destino haciéndome escribirlo porque algo te quiero dar a entender. Puede que lo sea. Puede que al mirar el cielo busque instrucciones a mis sueños lejanos que busco hacer realidad. Puede que repase una y otra vez las nubes esperando encontrar respuestas sobre a dónde dirigirme o si debo esperar. Puede que inconscientemente busque señales concretas en superficies gaseosas y cambiantes que solo logro agujerear al dispararl...
Cuento historias y hago videos.